jueves, 7 de abril de 2016

SENTIDO DE PERTENENCIA… (pensamientos de Gabriel)


Amo mi ciudad de Itá. La siento mía. A veces está muy linda, hay veces que es un desastre, y en ocasiones es terriblemente caótica. Pero la amo. Sé que sí, porque cuando voy a otras partes la extraño y quiero regresar.

Uno se siente humano por aquí… y digo “humano” en el sentido de que –pese a los visibles defectos personales– uno siente que encaja en esta pequeña sociedad, nos manejamos sin temor a ser discriminado, caminamos con apertura a hacer nuevas amistades. 

Sé que pertenezco aquí y me siento a gusto


Camino sus calles sabiendo que puedo saludar a cualquiera; sé que me van a entender si les hablo, o si le pregunto algo, sé que no me van a ignorar. Y si soy yo el solicitado, saben que les voy a responder. Sentido de correspondencia entre compueblanos (¿“valle”?).

Los iteños tenemos ciertos códigos, una jerga propia, como el resto de los paraguayos. Tenemos gestos, actitudes, temas comunes, tenemos nuestros propios personajes, nuestras creencias, costumbres y tradiciones; e ignoramos también muchas cosas, a veces somos tímidos. (¿La nación iteña?)

¿Qué falta?, y la verdad es que carecemos de muchas cosas, sé que le falta mejor infraestructura, faltan más adornos, monumentos, pinturas, más espacios de recreación para una sociedad actualmente más exigente y en franco crecimiento. Seguramente las instituciones públicas y privadas deben dar su mejor esfuerzo para que funcionen efectivamente y cumplan su rol social. El cariño no ciega mi sentido crítico.

No quiero afirmar que Itá es solamente su laguna, sus jakarés, su Iglesia y templos, su mercado, sus escuelas, sus plazas, sus calles, sus clubes, etc. Ciertamente Itá es eso y mucho más. Itá es cántaro, miel, artesanía, huertas, baile, canto, romanticismo, asados, fiestas, reuniones, celebraciones, recordaciones, campos, flores, árboles, casonas, corrales, tambos y besos. Itá es presente, es historia y tiene gran futuro. Itá es ciudad y es pueblo. Aun se respira aire fresco aquí.

La ciudad está repleta de gente, están las señoritas y señoras lindas, adolescentes, criaturas, varones de todas las generaciones. HAY VIDA por las calles de la ciudad. Parecen alegres… felices, se diría…

Itá, para bien o para mal, tiene su encanto; tiene una especie de “pajé” que atrae. Es difícil divorciarse de ella, difícil no quererla, imposible olvidarla. 

No conozco personalmente a muchos de los “famosos” ni “destacados” iteños, sin embargo estimo que son buena gente; más bien me cruzo a menudo y charlo con personas comunes y silvestres, gente de primer nivel, simpática y laboriosa. Iteños de pura cepa. He sabido de gente que se fue, pero vuelven de vez en cuando, vuelven de a poco, como buscando sus pedazos enraizados en esta tierra.


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