UN ITEÑO FUERA DE SU HÁBITAD
Sé que llueve grande en Itá. Con la tecnología uno se entera muy rápido lo del clima.
Pero ¡Cuánto daría yo por dejar este confort, el celular y estar contigo allí!
Sí, allí donde llueve, en donde se huele la humedad de la tierra, en esa casita humilde... mi humilde hogar. Hogar en que quizá se filtre una molestosa gotera.
Quisiera pasearme un rato contigo allí, allí precisamente donde está lloviendo, mojarme un poco el cabello, sacudirme las gotas, lavarme la cara con el agua del cielo. No sé.., se me antoja nomás.
Ver, oler, sentir, oir, besar, abrazar. Un chiqui nomás, pero allí quiero estar. Quisiera “yo verte” y deseo “lloverte”, o sea, caerte encima por UN PAR de días al menos.
Un ratito quiero escuchar el ruido de la lluvia torrencial sobre alguna chapa, el raudal que pasa frente a casa, estar cocinando algo, cualquier cosa (un cocido, qué se yo!!)
¡Dios mío! pero DOS DÍAS no me alcanzarían para hacer todo lo que deseo hacer en esa hermosa tierra… con más razón si llueve.
Sin embargo confieso que si llueve igual disfrutaría mi breve estadía… allí con alguien; o acurrucado en mi cama, respirar sobre esa almohada que me espera; o abrazando a un ser querido (cosas de todos los días, rutinarias para algunos, son gestos y costumbres que se añoran desde el alma aquí estando lejos, solo desde lejos, muy lejos…).
Hoy llueve en Itá, y me imagino estando allí: tal vez tenga que tropezarme buscando una vela, o la linterna; tal vez corra a meter la ropa, a desenchufar los electrodomésticos. Quizás estando ahí no pueda bailar, visitar gente, realizar llamadas; pero así, cuando está lloviendo en Itá, en Itá quiero estar, con los míos, con lo mío.
Por ahí no tenga mucho que hacer en casa, aunque tal vez pueda irme a comprar cualquier tontería de un almacén, como excusa para disfrutar de la lluvia; ya que así con esa torrencial, así quiero pisarte, sentirte, estar en tu jurisdicción mi entrañable pueblito de Itá.
Voy pensar que estoy soñando, y en mis sueños voy a elegir aquello que quiero ver, a quién quiero ver, qué quiero comer, voy a decidir lo que debo sentir: voy a sentirme una persona plena.
Esta distancia no rompe los lazos con mis raíces, ese cordón umbilical sigue intacto, fuerte, alimentado por la añoranza… y volveré “pronto”… Lo juro.
Hoy quiero estar en Itá… con la lluvia, con los desmanes y peripecias propios de un clima como ese. Mentalmente estoy en Itá, y no temo mojarme, ni me desahucian las goteras, no temo estar encerrado, no temo a los relámpagos, no temo a la oscuridad, ciertamente lo que temo es: no volver…
Llueve a CÁNTAROS en Itá, y siento que esas gotas son como MIEL que endulzan mis recuerdos.
Hoy estoy llorando al igual que lo hace el cielo sobre mi amada tierra… ¡Cuánto quisiera yo derramar estas lágrimas también sobre Itá!
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