CULPABLE. PARTE 1
Sentado en el banquillo de los acusados, cabeza gacha,
piernas estiradas, muy de vez en cuando alzaba la vista, aunque no prestaba atención
a lo que acontecía. Mal vestido, barba saliente, totalmente dejado en su
aspecto. Tenía la mirada perdida, como absorto, ausente de esa fría sala de
audiencia, mientras hablaban por orden los magistrados, los testigos, el
fiscal, la querella y tímidamente su defensor técnico.
En realidad, pensaba en todo lo que llevó a estar en ese
lugar. Se lo veía con el alma destruida; muerto en vida. Esa terrible sensación
de abandono. Acompañado únicamente de su abogado, un Defensor Público, que
paradójicamente en la antigüedad era uno de sus máximos admiradores, y que
tampoco hizo mucho por demostrar su inocencia. Su familia le había dado la
espalda. Se lo merecía, según él.
Estaba seguro de que el crimen de que se lo acusaba no
se ajustaba a lo verdaderamente ocurrido, pues realmente era inocente de ese hecho
punible; sin embargo, sentía una tremenda reprochabilidad por cometer otros
hechos. Hechos éstos que, si bien no eran delitos, lo llevaron a perder a su
familia, a sus verdaderos amigos y a todo lo que construyó durante su adultez. Conductas
que hicieron rifar un seudo-prestigio con el cual se había arropado a base de
una inicial integridad personal, honestidad y buena gestión laboral. Lo dominaba
una profunda culpa y vergüenza.
El Juicio Oral y Público inició a las 08:00 y terminó
sin incidentes a las 14:00 hs. Escuchó atentamente el veredicto de sus antiguos
colegas.
Condenado a 5 años de prisión. Merecido, según él, “hubieran sido 10”, pensó. Solo se cuestionaba el haber pasado la barrera de lo correcto, el abrir sus puertas a otras aventuras y dejarse llevar por las pasiones del momento ...¿En qué momento perdió las riendas? ¿Por qué no detuvo ese amor inmoral cuando tenía oportunidad? ¿Qué le hacía pensar que podía sostener esa relación por mucho tiempo … y con éxito? ¿Acaso le faltaba algo a su –hasta ese momento- “perfecta vida”?... La sociedad que antes lo admiraba, hoy lo rechaza. La cárcel es su lugar, la soledad su destino, el castigo por haber dilapidado sus bendiciones era justo. La justicia lo alcanzó con su mano más dura, gracias a una mujer que lo enloqueció y lo llevó a dimensiones nunca exploradas.
Condenado a 5 años de prisión. Merecido, según él, “hubieran sido 10”, pensó. Solo se cuestionaba el haber pasado la barrera de lo correcto, el abrir sus puertas a otras aventuras y dejarse llevar por las pasiones del momento ...¿En qué momento perdió las riendas? ¿Por qué no detuvo ese amor inmoral cuando tenía oportunidad? ¿Qué le hacía pensar que podía sostener esa relación por mucho tiempo … y con éxito? ¿Acaso le faltaba algo a su –hasta ese momento- “perfecta vida”?... La sociedad que antes lo admiraba, hoy lo rechaza. La cárcel es su lugar, la soledad su destino, el castigo por haber dilapidado sus bendiciones era justo. La justicia lo alcanzó con su mano más dura, gracias a una mujer que lo enloqueció y lo llevó a dimensiones nunca exploradas.
Se hizo justicia por haber tontamente caído
enamorado de quien no debía, cuando no debía, y como no debía.
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